Desde Oaxaca con amor, una carrera dedicada a la artesanía y los textiles

By Fashion Revolution

6 years ago

Por Ana Paula Fuentes

Hace 27 años llegué por primera vez a Oaxaca en un viaje familiar y desde entonces me quedé enamorada de este lugar. Fue en ese viaje que descubrí la riqueza de textiles que hay en el estado y sobre todo empecé a entender la razón por la cual hay tanta variedad. Después de estudiar Diseño Textil en la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México y trabajar 7 años en Barcelona y en la ciudad de México como knit wear fashion designer, decidí dejar todo y instalarme definitivamente en esta maravillosa ciudad en la que hoy vivo.

Cuando llegué a Oaxaca no sabía exactamente qué era lo que quería hacer, lo único que tenía claro era que tenía muchas ganas de impulsar a los artesanos, conocer más el mundo indígena y explorar la cultura oaxaqueña. Y fue así que recién instalada en esta ciudad tuve la oportunidad de participar en la creación del estudio experimental Estudio 11011 en donde colaboré con varios artistas plásticos en exposiciones, performances, instalaciones y conciertos, y de crear la comercializadora de artesanías “artesana”, donde tuve contacto con artesanos de diferentes comunidades oaxaqueñas para el desarrollo de nuevos productos para su venta en todo México.

Pero la mejor oportunidad de mi vida llegó cuando la Fundación Alfredo Harp Helú me invitó a empezar el proyecto del Museo Textil de Oaxaca (MTO). Empecé haciendo los catálogos de las colecciones de textiles con las que el museo ya contaba, pero poco a poco me fui involucrando más con el proyecto hasta que me convertí en la Directora. Nos tomó dos años diseñar el museo, desde la restauración del inmueble y la creación del equipo de trabajo, hasta el diseño de lo que sería el corazón del proyecto, su filosofía y su motivación de existir. Desde un principio diseñamos todo para que fuera un museo vivo que contara historias a través de sus textiles, donde pudiéramos darle vida a los mismos a través de encuentros entre personas de diferentes disciplinas y culturas, un laboratorio para experimentar y crear nuevos textiles y nuevas maneras de entenderlos, valorarlos, innovarlos y preservarlos a través del intercambio social y finalmente un espacio inclusivo para que la comunidad pudiera abrazarlo y hacerlo parte de su vida.

Durante los 4 años que estuve dirigiendo el MTO me di cuenta que a pesar de que había muchísimo potencial en los artesanos, lo que faltaba eran oportunidades para que ellos pudieran innovar sus productos para crecer tanto personal como económicamente, y esto sin la necesidad de sacrificar el valor de su artesanía, es decir, el conocimiento, el contexto, la cosmovisión y las formas de vida que hacen posibles los textiles que ellos crean.

Es por eso que después de 4 años de dirigir el Museo Textil de Oaxaca, decidí dejarlo y emprender un viaje a la India para conocer y trabajar con organizaciones civiles de tejedoras y para aprender otras maneras de hacer las cosas y de entender el diseño. Inspirada por mi experiencia en la India y por los años en el MTO, volví a México y decidí empezar un nuevo camino: explorar más ampliamente y de manera más integral el potencial de las colaboraciones e intercambios entre los artesanos y los diseñadores. Fue así que empecé a colaborar con la asociación civil mexicana El Camino de los Altos, integrada por 130 tejedoras mayas de los Altos de Chiapas y un colectivo de 8 diseñadoras francesas. Ahí estuve encargada de la comunicación, la promoción, la comercialización y del enlace entre las artesanas y los clientes. Asimismo trabajé con la cooperativa La Flor de Xochistlahuaca formada por 35 tejedoras amuzgas, y con la cooperativa Las Sanjuaneras formada por 19 tejedoras mixtecas, ambos proyectos financiados por la Rubin Foundation. La misión fue fortalecer a los grupos y proporcionar las herramientas para que las artesanas pudieran desarrollar una nueva colección de textiles arraigada en su tradición y para que de manera autónoma pudieran llevar a cabo la promoción y comercialización de sus productos textiles, todo con el objetivo de convertir a los dos grupos de artesanas en en proyectos sustentables.

Actualmente dirijo la CADA (Comercio a través del Diseño y la Artesanía) Foundation, que tiene la misión de facilitar las herramientas necesarias para que los artesanos logren reavivar las técnicas tradicionales presentes en su indumentaria y para que a través del conocimiento y fortalecimiento de su herencia cultural y del “saber hacer con las manos” logren la autosuficiencia económica.

Utilizamos el diseño social como aproximación a nuestro trabajo y tratamos no sólo de entender el proceso como un patrimonio cultural, sino también creamos rutas comerciales óptimas con el fin de introducir la producción y su proceso a la economía global. Como parte de la misión de CADA documentamos todos estos procesos y las historias detrás de los productos que desarrollamos durante el proyecto de investigación en conjunto, para después poder diseminar estas experiencias y la metodología del trabajo a través de seminarios de reflexión y debate con gestores culturales y futuros diseñadores con un interés en el ámbito de lo social, fomentando así colaboraciones mutuamente beneficiosas.

Después de todos estos años de estudio, aprendizaje y experiencia en el mundo de la moda, el diseño y la artesanía, estoy convencida que los diseñadores tenemos un papel crucial para transformar de manera positiva el mundo en el que vivimos. No podemos dejar que los contextos en los que viven los artesanos, sus formas de nombrar el mundo y de relacionarse con él en equilibrio, desaparezcan aceleradamente y se disuelvan en la narrativa colonizadora del progreso. No creo que debamos como diseñadores empoderar a la artesanía, pues la artesanía ya es ponderosa; más bien creo que como diseñadores, debemos crear espacios para escuchar a la artesanía y crear espacios para para escuchar a los artesanos, que son los al final tendrán que contar con las herramientas necesarias para enfrentar las adversidades que trae consigo la globalización para que sepan como mantener vivo este maravilloso patrimonio cultural de la humanidad que son los textiles artesanales.