El cultivo de algodón transgénico en Argentina y en el mundo

El algodón es la fibra natural más importante que se produce en el mundo. Su desarrollo comenzó en el siglo XIX con el proceso de industrialización y hoy en día representa casi la mitad del consumo mundial de fibras textiles. 

Las principales provincias productoras de algodón de Argentina son: Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe. El textil también se cultiva en Formosa, Salta, San Luis, Entre Ríos y Córdoba.

En el año 1998 fue aprobado en nuestro país el uso de semillas de algodón transgénico. Desde ese momento, al igual que había ocurrido dos años antes con la soja y el maíz, el cultivo modificado genéticamente y el  uso de agroquímicos crecieron sin freno. El porcentaje de algodón transgénico cultivado es casi del 100% y se ubica entre los tres principales cultivos sembrados en Argentina junto a la soja y el maíz.

Según el último informe del ICAC (Comité Consultivo Internacional del Algodón) los datos de 2019 muestran que el algodón transgénico representa el 4,71% de todas las ventas mundiales de plaguicidas, 2,91% de las ventas mundiales de herbicidas, 10,24% de las ventas de insecticidas, 1,03% de las ventas de fungicidas y 15,74% de otros plaguicidas, que incluye reguladores de crecimiento. El algodón tiene la cuota de mercado más alta de insecticidas medida por las ventas. Según algunas estimaciones, el algodón es el cuarto mercado más grande de productos químicos agrícolas en el mundo a partir de 2017. 

El informe del ICAC revela que los herbicidas y pesticidas más usados en nuestro país para el cultivo del algodón transgénico son: 

Cipermetrina: Además de sus efectos en el medio ambiente, la cipermetrina está catalogada como una sustancia disruptora hormonal y su toxicidad en humanos deriva en mareos, dolores de cabeza, náuseas, fatiga, irritación de la piel y en los ojos. También es muy tóxico para las abejas.

Clorpirifos: El mayor riesgo en su uso se da después de fumigar los cultivos debido a que el clorpirifos se encontrará en su nivel más elevado. Se recomienda un período de espera de 24 horas antes de entrar a los campos en donde se ha aplicado. Existe además riesgo durante el momento de la preparación. Se deben tomar las medidas necesarias para asegurar que solo una persona autorizada rocíe clorpirifos y para que durante la fumigación, aquellas personas desprotegidas permanezcan fuera del sitio en donde se aplica.

El clorpirifos puede entrar al cuerpo por los pulmones al respirar productos aerosoles o polvo que lo contienen; cuando entra de esta manera, pasa rápidamente a la sangre. También puede entrar al cuerpo por la piel, pero la probabilidad de exposición a niveles perjudiciales de clorpirifos por este medio es menor que por la inhalación o vía oral, debido a que la cantidad que entra por la piel es relativamente pequeña. La exposición cutánea si representa en cambio un mayor riesgo para la salud de los bebés debido a la textura de la piel y a que estos, al gatear o acostarse en áreas que fueron rociadas con esta sustancia, exponen una mayor cantidad de piel al clorpirifos. Los bebés que gatean en áreas recientemente fumigadas pueden también estar expuestos a mayores cantidades de esta sustancia por la inhalación de sus vapores.

Imidacloprid: Es un neonicotinoide, de tipo insecticida neuroactivo diseñado a partir de la nicotina. Los neonicotinoides son un nuevo grupo de insecticidas que actúa a través de los receptores nicotínicos. Los síntomas tras intoxicación con imidacloprid son similares a las intoxicaciones nicotínicas: fatiga, convulsiones, espasmos, debilidad muscular. En estudios hechos con ratas también se han observado letargia, problemas respiratorios, movilidad reducida, marcha insegura y temblores.

Tiametoxam: Es un insecticida sistémico de la familia de los neonicotinoides con actividad por contacto e ingestión. Posee un amplio espectro de actividad como insecticida y un gran efecto residual. Puede ser aplicado tanto por pulverización foliar como vía radical en el agua de riego. Causa irritación de los ojos y la piel. La exposición a altos niveles de vapor puede causar dolor de cabeza, disnea, náuseas, incoordinación u otros efectos del sistema nervioso central. Desde el 2018 la Unión Europea prohíbe el uso del Tiametoxam debido al daño que causa en las abejas. La decisión europea de prohibir el uso del Tiametoxam, y otros dos neonicotinoides, se dio luego de la evaluación de más de 1500 estudios científicos por parte de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria)  concluyendo que en general estos productos son dañinos para las abejas. Las abejas cumplen un rol fundamental en el ambiente y su labor es importante para la producción de diferentes cultivos agrícolas, ya que son las encargadas de la polinización; la disminución de las abejas puede generar un impacto importante en la agricultura campesina, debido a que varias plantas dependen exclusivamente de la polinización para producir semillas.

En el año 2019 el INTA Sáenz Peña (Chaco) anunció que después de una década dedicada a la investigación genética lograron tres nuevas variedades de algodón de ciclo intermedio, excelente calidad de fibra y con valores tecnológicos acordes a la demanda de la industria nacional e internacional. Especialistas en algodón del INTA Sáenz Peña, Chaco– aseguraron que la nueva genética representa “un producto tecnológico especial”, dado que se logró combinar en tres variedades los eventos biotecnológicos y germoplasma adaptado a las diferentes regiones productoras de la Argentina. Se trata de Guazuncho 4 INTA BGRR, Guaraní INTA BGRR y Pora 3 INTA BGRR. 

Este tipo de hallazgos científicos al igual que ha sucedido actualmente con la semilla de trigo transgénico, son presentados ante la opinión pública “como grandes avances beneficiosos para todos, ya que permiten producir productos de exportación que generan grandes beneficios económicos para el país y la creación de puestos de trabajo”. Pero la realidad es que nada de esto ocurre, los beneficios son solo para los dueños del negocio, los puestos de trabajo nunca son tantos como prometen y los perjuicios que ocasiona en el medio ambiente y en la salud de las personas que viven en los territorios donde se desarrollan estos negocios es cada vez mayor.

La cantidad de agroquímicos que se aplican en el país aumenta de manera permanente debido a la extensión de cultivos de semillas genéticamente modificadas. En la actualidad esos cultivos cubren 30 millones de hectáreas de un territorio donde viven más de 12 millones de personas adultas y tres millones de niñas y niños, siendo esta la población más expuesta a la contaminación ambiental por el uso de pesticidas. El perjuicio se agudiza en la salud infantil por los productos que más se utilizan en los campos y la forma en que se aplican. Clorpirifos, atrazina, imidacloprid, 2- 4D, paraquat, carbofuran y glifosato encabezan la lista de los pesticidas más usados en Argentina.

Argentina es uno de los  países que más agroquímicos emplea por persona en el mundo. Numerosos estudios científicos han detectado restos de glifosato y otros productos, en el aire, el agua que tomamos, los alimentos, la ropa, los pañales y otros productos de higiene personal como toallas femeninas y tampones. Muchos de estos tóxicos  están prohibidos en varios países del mundo, ya que está comprobado que su uso genera graves enfermedades como el cáncer, abortos espontaneos y mal formaciones. 

El algodón transgénico ocupa alrededor del 70% de la superficie algodonera mundial. En la actualidad únicamente el 0,003% del algodón producido en el país es orgánico. La transición hacia un sistema de producción agroecológico es urgente. Otra realidad es posible, pero para que esto suceda necesitamos unirnos para decir basta de agronegocio. 

 

Para Fashion Revolution Argentina por Marcela Laudonio* de @incomodaok (Autora del libro Incómoda – Cuerpos Libres, que se puede leer de manera gratuita ingresando a www.incomoda.com.ar)

*Comunicadora Social, especializada en la investigación de daños ambientales y sociales generados por la industria textil.

 

Fuentes: 

ICAC: Comité Consultivo Internacional del Algodón.

FAO:  Organización de Las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Informe de Cadena de Valor Algodón – Textil (año 2017) realizado publicado por el Ministerio de Hacienda. www.argentina.gob.ar

comunicacionchaco.gov.ar

Carbono News

UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra)

Red de Salud Popular Dr. Ramón Carrillo (Chaco)

INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria)

SENASA

A Tale of Two T-Shirts

The role of cotton in social and economic development

It still strikes me as profoundly wrong that even though cotton is the world’s oldest commercial crop and one of the most important fibre crops in the global textile industry, the industry generally fails to focus on the entire value chain to ensure that those who grow their cotton also receive a living income.

Up to 100 million smallholder farmers in more than 100 countries worldwide depend on cotton for their income. They are at the very end of the supply chain, largely invisible and without a voice, ignored by an industry that depends on their cotton.

When it comes to clothing, companies’ supply chain engagement was once limited to who their importer was. Now they are engaging with their supply chain more and have better awareness of the factories used to manufacture their end products. Even before the Rana Plaza disaster of 2013, there had been increased attention on improving the conditions experienced by textile factory workers thanks to campaigns such as the Clean Clothes Campaign.

Some companies also have awareness beyond the factories and these are all movements in the right direction. However, even those mindful of the difficulties faced by factory workers, tend to miss the first links in the supply chain.

Maybe this is because cotton farmers continue to somehow lose out in both the so-called ‘sustainable’ and ‘ethical’ fashion debates. When companies talk about ‘sustainability’ in their clothing supply chains, they are generally looking at the environmental impact of sourcing the raw materials. Meanwhile in ‘ethical’ conversations about the many livelihoods touched by the garment value chain, companies generally refer to factory workers, again overlooking the farmer who grows the seed cotton that goes into our clothing.

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The reason we need to keep insisting that cotton farmers are an important part of the fashion supply chain is because cotton is failing to provide a sustainable and profitable livelihood for the millions of smallholders who grow the seed cotton the textile industry depends on. Just as it’s important for us to take home a living wage, to help bring a level of security for our families and the ability to plan for the future, I would argue that this is even more vital for people living in poorer countries where there is little provision for basic services such as health and education or the safety net of social security systems to fall back on.

As a global commodity, cotton plays a major role in the economic and social development of emerging economies and newly industrialised countries. It is an especially important source of employment and income within West and Central Africa, India and Pakistan.

Many cotton farmers live below the poverty line and are dependent on the middle men or ginners who buy their cotton, often at prices below the cost of production. And rising costs of production, fluctuating market prices, decreasing yields and climate change are daily challenges, along with food price inflation and food insecurity. These factors also affect farmers’ ability to provide decent wages and conditions to the casual workers they employ. In West Africa, a cotton farmer’s typical smallholding of 2-5 hectares provides the essential income for basic needs such as food, healthcare, school fees and tools. A small fall in cotton prices can have serious implications for a farmer’s ability to meet these needs. In India many farmers are seriously indebted because of the high interest loans needed to purchase fertilisers and other farm inputs. Unstable, inadequate incomes perpetuate the situation in which farmers lack the finances to invest in the infrastructure, training and tools needed to improve their livelihoods.

However research shows that a small increase in the seed cotton price would significantly improve the livelihood of cotton farmers but with little impact on retail prices. Depending on the amount of cotton used and the processing needed, the cost of raw cotton makes up a small share of the retail price, not exceeding 10 percent. This is because a textile product’s price includes added value in the various processing and manufacturing activities along the supply chain. So a 10 percent increase in the seed cotton price would only result in a one percent or less increase in the retail price – a negligible amount given that retailers often receive more than half of the final retail price of the cotton finished products.

Within sustainable cotton programmes, Fairtrade works with vulnerable producers in developing countries to secure market access and better terms of trade for farmers and workers so they can provide for themselves and their families.

Our belief is that people are increasingly concerned about where their clothes come from. This year we visited cotton farmers in Pratibha-Vasudha, India, a Fairtrade co-operative in Madhya Pradesh. We saw the safety net that Fairtrade brings; the promise of a minimum price that works in a global environment. The impact on prices of subsidised production in China and the US adds to unstable global cotton prices. These farmers democratically decide how the Fairtrade Premium is spent: on training to improve soil and productivity, strategies to mitigate the impacts of climate change and on the most important ways for their communities to benefit, such as building health centres and educating children.

Consumers want their clothes made well and ethically, without harmful agrochemicals and exploitation. We think about farmers when we talk about food. Let’s start thinking about farmers when we think about clothing too.

 

Image credits: Trevor Leighton.