La Ropa: Mucha Tela de Donde Cortar… y Reflexionar por Enif Hernández
Como antropóloga y fashion lover, he descubierto que la mayoría de la ropa que usamos, la elegimos porque…
Las prendas tienen un valor y un significado muy particular que depende, por ejemplo, de la marca, el diseñador o el artesano que la elaboró. ¿Quién ha ahorrado para tener aquella bolsa o blusa confeccionado por alguien al que admiramos? Más de uno contestaremos afirmativamente. Sin embargo las selecciones no sólo tienen que ver con esto, también habremos algunos empeñados en preferir el lino antes que al algodón o el color negro sobre el blanco.
“Descubrieron los tejidos de lana, las blusas de seda, las camisas de Doucet, las corbatas de gasa, los pañuelos de seda […], la magistral jerarquía de los zapatos que va de los Churchs a los Weston, de los Weston a los Bunting, y de los Bunting a los Lobb.” Georges Perec, Las cosas.
Otro tema que ha ocupado muchas investigaciones sociales en torno a la moda, es el de las subculturas, esos grupos de los que formamos parte y que se caracterizan por un way of living que además de incluir cierta postura política, música, jerga, entre otros, determinan un look específico. Con esto me refiero a un imaginario visual para mostrarnos ante los otros, a través de determinadas combinaciones de ropa y estilo. Como ejemplos encontramos a los punks, los hipsters, los normcores, los hippies, los mod, los beat y la lista sigue y sigue creciendo.
“La calle es peligrosamente creativa.” Christian Lacroix.
¿Qué nos dice esto ante la definición de vestido y/o indumentaria? Las definiciones antropológicas siempre inician con la explicación de que en los primeros estadios evolutivos del hombre, la ropa se creó para proteger de las inclemencias climáticas y que dependían fundamentalmente del área geográfica en la que se encontraban los grupos humanos. Por ejemplo, en el desierto, en la selva o la montaña (Y. Delaporte, 2005). Después, las implicaciones culturales agregaban valores de estatus y de pertenencia en la elaboración y la manera de portar la indumentaria. Ahora, tanto las ciudades como las comunidades más remotas, todas insertas en una dinámica global, han tomado una dimensión totalmente distinta: las hibridaciones más insospechadas.
“Las prendas que creamos son una prueba de que la tradición no necesita ser estática ni la moda efímera. Además, estoy segura de que sólo el diseño radical evitará la extinción de la artesanía mexicana. Carla Fernández, 2013.
Retomaré el ejemplo que me dio una gran amiga y maestra, la etnóloga Olivia Kindl, quien en un trabajo para un master en ciencias sociales, pidió una etnografía y sus estudiantes de San Luis Potosí visitaron la Casa del Migrante en un evento de donación de ropa. En este contexto, ellos encontraron que los migrantes (hombres y mujeres) en una situación de tránsito bastante arriesgada en su paso por México; elegían la ropa no sólo en función de su comodidad, sino de sus preferencias de color y estilo, así cómo la forma en que mejor les lucían, etc.
Las comunidades consideradas “más tradicionales”, también han optado por el uso de marcas transnacionales. Recuerdo que en una visita a la Selva Lacandona, las mujeres -en su mayoría- habían dejado su distintiva bata blanca hasta los pies, así como el uso de plumas de tucán para ornamentar sus trenzas; por una vestimenta más “amestizada”. Esto, según la autora, Didier Boremanse (1988) como un acto para reivindicar su postura de “género”, ya que portar pantalón o vestido, era considerado propio de una mujer más autónoma.
Como dice el refrán “hay mucha tela de donde cortar” y esta no es una discusión nueva y mucho menos, agotada. Para profundizar en el tema recomiendo retomar algunos clásicos como Roland Barthes, Gilles Lipovetsky y Pierre Bourdieu; echarse un clavado a teorías más contemporáneas como las de Ted Polhemus, Thierry Bonnot y a los textos editados por el IFM y el Centre for Fashion Enterprise, entre muchos otros. En México, están los estudios sobre indumentaria tradicional y artesanía, como los de Marta Turok, Carla Fernández y el libro Las pieles que vestimos de Tania Cruz. Así como los que han estudiado además, la relación entre el diseño y la moda: Ana Elena Mallet y Gustavo Prado, y los que me faltan.
“El atavío es el más elocuente de todos los estilos… forma parte de su existencia, su clave jeroglífica.” Honoré de Balzac.
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Fotografía de portada por Arturo Gutiérrez del Ángel