Lo que la etiqueta no dice: los textiles y nuestra salud
Hablemos de Fast Fashion y Salud. Si estás leyendo este artículo quizás ya estés familiarizado con los aspectos económico, medioambientales y sociales del mundo de la moda en general, y de la Fast Fashion en particular. Pero quizás no sepas que hay una faceta más, que merece la pena considerar cuando hablamos de nuestra manera de producir y consumir textiles. Me refiero al impacto directo que los textiles pueden tener sobre nuestra salud.
En Europa se utilizan alrededor de 15.000 formulaciones químicas diferentes para textiles. Para la producción de una sola prenda se pueden llegar a utilizar hasta 40 compuestos químicos diferentes (1). Estas sustancias confieren a la prenda características que la industria nos ha vendido como necesarias. Se trata de propiedades como el antiarrugas y antimanchas, que nos permiten – según la publicidad – ahorrar tiempo y dinero. Incluso, dicen, nos podrían salvar la vida, como es el caso de las telas tratadas con retardantes de llamas, que hacen que las prendas no ardan en caso de incendio.
PERO ¿CUÁL ES EL COSTE REAL QUE ESTAMOS PAGANDO?
En números: 9,3 millones de toneladas métricas de productos químicos se utilizan en la producción mundial de textiles cada año. El 25% de todas las sustancias químicas producidas a nivel mundial se emplea en la industria de la moda (1). Las implicaciones medioambientales son ingentes. Las consecuencias para los trabajadores del sector textil son incalculables tanto en término de morbilidad como de mortalidad.
¿Y CUALES SON LAS CONSECUENCIAS PARA EL CONSUMIDOR?
Cuando esa prenda, que no arde, es impermeable, de colores vivos que resisten al sol y a los lavados, acaba en nuestros armarios, se convierte en una amenaza directa para nuestra salud. Los investigadores de la Universidad de Granada en el 2019 publicaron un estudio analizando la presencia de bisfenol-A y parabenos en textiles y la correspondiente actividad hormonal derivada de la exposición dérmica a calcetines para bebés y niños de 0 a 48 meses. Los resultados fueron contundentes: “las concentraciones de bisfenol-A son alarmemente altas y la actividad hormonal es la esperada para tales concentraciones” (2).
Estas sustancias están clasificadas como disruptores endocrinos: tienen la capacidad de alterar el equilibrio hormonal de un organismo aumentando, reduciendo o bloqueando aquellos procesos fisiológicos controlados por las hormonas. Las consecuencias de una exposición prolongada a estas sustancias sintéticas incluyen: trastornos del comportamiento, pubertad precoz, obesidad, asma y cáncer de mamas entre otros.
El problema es que este aspecto no está regulado, no hay control, ni límites que respetar (3). En las etiquetas de las prendas hay muy poca información: nos indican el tipo de fibra utilizada y el lugar en que se ha producido; pero no sabemos nada de las sustancias químicas empleadas durante el proceso de producción. ¿Compraríamos una camiseta cuya etiqueta pusiera: 20% algodón, 80% poliéster + polibromados + metales pesados + ftalatos + alquifenoles?
Aunque la legislación no nos ampare todavía, tenemos que hacer un ejercicio de responsabilidad, no solo para nosotros, sino para todos aquellos que dependen de nuestras decisiones: nuestros hijos, familiares y todos aquellos trabajadores que viven rodeados de sustancias tóxicas todos los días, para que podamos ahorrarnos de planchar un pantalón.
Como declara con tajante ironía Lucy Siegle en su libro “To die for. Is fashion wearing out the world?”: para crear un armario perfecto tenemos que tener en mente que lo que no compramos es igual de importante a lo que compramos (4). Tenemos que estar dispuestos a renunciar a algo, a perder algo, para que todos podamos ganar.
ACTÚA
Si a ti te interesa el tema, te invitamos a mirar el trailer de Detox Fashion: Moda libre de tóxicos, de Greenpeace y también a sumarte a la campaña #QuéHayEnMiRopa a través de tus redes sociales.
Referencias:
- Andrew Hudson “Aiming to zero” sgs.com, 2017.
- Freire C et al. “Concentration of bisphenol A and parabens in socks for infants and young children in Spain and their hormone-like activities”. Environmental International, 2019.
- Nicolás Oles “Libérate de los tóxicos. Guía para evitar los disruptores endocrinos. RBA, 2019.
- Lucy Siegle “To die for. Is Fast Fashion wearing out the world?” Fourth Estate, 2011.